Mi despedida



Dedicado a mi tio infante - con mucho cariño. Dios te tenga en su gloria

No es fácil aceptar que alguien o algo tan consistente, tan contundente, pueda un día llegar a faltar.

Siempre lo mas verdadero parece mentira.

Uno necesita mucho que resulte increíble para poderlo pensarlo.

En definitiva, se trata de una forma de olvidar.

En realidad, es la vida la que se nos va.

De hecho la de los seres que conocemos y que mas queremos.

Mas singularmente, la nuestra y, en concreto, la tuya.

Me cuesta creer que te iras, o me iré, aunque aprendo cada dia como vives, en una elegante despedida.

Y me anticipo, si....

En eso consiste saber vivir, en saber vivir dejando, entregando, no simplemente quedándose.

Darse es también desprenderse.

No puedo imaginar sin sentir el desgarramiento, sin recordar que habitamos una constante despedida.

No es cuestión de falta de afecto, es que sentirlo es reconocer sus limites, el carácter efímero del aprecio, a pesar a que dure toda la vida y la perviva.

Aunque sea siempre, no dejará nunca de ser pasajero.

Cada separación aunque sea momentánea, preludia la falta del uno para el otro.

Nunca habrá una absoluta posesión, ni un retenimiento eterno.

Cuando mas cerca estamos y vivimos, mas comprobamos que no cabe la permanente identificación, que ni siquiera resulta conveniente.

Vivir es reconocer que habrá un tiempo, el mas extenso, en el que no estaremos juntos y entonces no bastara el recuerdo.

La falta será profunda e intensa.

La marca increíble.

El vacio imborrable.

Y será preciso vivir con el.

Siempre he considerado que seré quien yo no esté, pero cuando alguien querido se va, en cierto modo, ambos abandonan su lugar.

Tal vez viva entonces en el modo de un haberse ido.

No hay despistado o perdido, sino errante.

Un extravío constitutivo hace pesadas las agujas del reloj y el tiempo resulta tan plomizo que su paso tiene aires procesionales.

Si faltas, contigo se irá la vida.

Siempre podré continuar, supongo.

Incluso es posible que puedas disfrutar o crear, pero en cierta manera ya habré fallecido.

Esto siempre lo supe.

Ahora trato de comprender que soy yo quien cada día se despide.

Y me gusta saber que sin ti todo perderá el brillo.

Eso es lo que alivia el secreto.

Antes faltaré yo.

Eso sería lo justo.



Angel Gabilondo

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